Rutas de senderismo

Camino de Santiago desde Sevilla | Etapa 29 de la Vía de la Plata (Camino Sanabrés): Lubián-A Gudiña

Entrada en Galicia a través de Puerto de La Canda.

Entrada en Galicia a través de Puerto de La Canda. / Emilio J. de los Santos

Tras 29 jornadas de camino, al fin entramos en Galicia. Lo haremos por una ruta preciosa, a través del puerto de La Canda. Nos aguarda una etapa con bastante variedad: oscuros bosques, bucólicas praderas o zonas pedregosas. A Gudiña es la primera parada en tierras ourensanas, a 25 kilómetros de Lubián.

Primeros tramos de subida al salir de Lubián. Primeros tramos de subida al salir de Lubián.

Primeros tramos de subida al salir de Lubián. / Emilio J. de los Santos

El recorrido arranca buscando el Santuario de Tuiza, a las afueras de Lubián. Una rampa de hormigón nos deja en la playa fluvial de la localidad. Pasamos bajo el viaducto de la autovía A-52 y nos aproximamos a este templo. De estilo barroco y catalogado como Bien de Interés Cultural, alberga a la Virgen de las Nieves, patrona de la Alta Sanabria.

Las rampas finales serán más duras. Las rampas finales serán más duras.

Las rampas finales serán más duras. / Emilio J. de los Santos

Pasada la iglesia, avanzamos por una senda que baja hasta el arroyo de Tuiza. Lo atravesamos por un puente de madera y seguimos, sin pérdida posible, por el bello camino que asciende al puerto de La Canda. Vamos a subir algo más de 300 metros en 4 kilómetros, pero, por fortuna, salvo un par de repechos finales, no es duro. Eso sí, es de una belleza espectacular. Iremos por un bosque que en algunos tramos es extremadamente tupido. La parte superior nos recompensará con una vistas panorámicas insuperables. Precisamente aquí cambiamos de comunidad autónoma, a 1.261 metros de altura. Una especie de monolito muy decorado y un mapa en piedra con el camino que aún resta hasta Santiago nos lo dejarán claro.

Vistas desde La Canda Vistas desde La Canda

Vistas desde La Canda / Emilio J. de los Santos

Los primeros pasos por Galicia son en suave bajada. La vista se perderá por los inmensos valles entre las verdes sierras. A Canda, primera aldea gallega, está a poca distancia. El municipio, con sólo una decena de habitantes, no cuenta con servicios para los peregrinos. Pronto dejamos atrás las casas por una carretera de enlace a la N-525. A un kilómetros, tomamos la pista de tierra que baja a la izquierda. Por aquí, atravesamos la vía del tren por un pequeño túnel.

Detalle del mojón que indica la entrada en Galicia. Detalle del mojón que indica la entrada en Galicia.

Detalle del mojón que indica la entrada en Galicia. / Emilio J. de los Santos

El siguiente tramo ya sí presenta descensos más pronunciados. Casi siempre flanqueado por árboles, primero alcanza el Regueiro das Hortas, lo vadea, y poco después entramos en Vilavella. Aquí sí hay un par de bares, un hotel y un hostal. Es buen sitio para descansar un poco y tomar un café. No tendremos más comodidades hasta el final.

Galicia nos recibe con un paisaje agradable, lleno de vacas. Galicia nos recibe con un paisaje agradable, lleno de vacas.

Galicia nos recibe con un paisaje agradable, lleno de vacas. / Emilio J. de los Santos

La bajada se suaviza ya por esta zona. Superamos por un puentecito el río Vega de Pontón y, entre bucólicos parajes con muchas vacas y algunos caballos, iremos entrando y saliendo de un par de senderos interconectados. Siembre cerca del río Abredo, a los 3,5 kilómetros aproximadamente, nos topamos con la ermita de Loreto y justo después cruzamos una carretera local (OU-311). O Pereiro está a continuación.

Atravesaremos algunos arroyos por piedras. Atravesaremos algunos arroyos por piedras.

Atravesaremos algunos arroyos por piedras. / Emilio J. de los Santos

La calle principal, de cemento, nos permite atravesar los dos núcleos de casas que tiene este pequeño pueblo. Al dejar las últimas viviendas atrás, pisamos de nuevo tierra. El paisaje va haciéndose poco a poco más pedregoso, con una vegetación más baja. A los 3 kilómetros, el camino conecta con otra carretera comarcal (OU-0953) justo en una curva. Por ella, pasamos por encima las vías del tren. Acto seguido, salimos del asfalto para ir en paralelo unos metros antes de cruzarnos nuevamente. Así se llega a O Canizo, pueblo con mucha dispersión de población.

Tras O Pereiro, el paisaje cambia mucho: pasaremos por una zona muy pedregosa y de hierba baja. Tras O Pereiro, el paisaje cambia mucho: pasaremos por una zona muy pedregosa y de hierba baja.

Tras O Pereiro, el paisaje cambia mucho: pasaremos por una zona muy pedregosa y de hierba baja. / Emilio J. de los Santos

Tras tanta belleza natural, a partir de aquí el interés de la etapa decae, ya que el entorno va haciéndose más urbano. Regresamos al arcén de N-525 y pasamos por encima de la A-52. Al poco, la señalización nos hará rodear por un sendero de tierra una central fotovoltaica, para finalmente retomar el asfalto de la carretera general hasta acceder a A Gudiña. La primera parada en Galicia cuenta con un buen albergue de peregrinos. No tiene pérdida: está pegado a la nacional.

Por desgracia, el tramo final va por carretera. En este punto nos saca del arcén por el sendero de la derecha para rodear la planta fotovoltaica del fondo por detrás. Por desgracia, el tramo final va por carretera. En este punto nos saca del arcén por el sendero de la derecha para rodear la planta fotovoltaica del fondo por detrás.

Por desgracia, el tramo final va por carretera. En este punto nos saca del arcén por el sendero de la derecha para rodear la planta fotovoltaica del fondo por detrás.

A Gudiña es una localidad de paso de la carretera nacional, la autovía de las Rías Baixas y el ferrocarril, por lo que está muy bien equipada. En cuanto a patrimonio, destaca la iglesia de San Martiño, que empezó a construirse a 1619 (como indica su fachada), aunque no se concluyó hasta el siglo XVIII. Lo más llamativo es su exterior con una Piedad en la hornacina y una espadaña con dos campanas y un cruceiro rematándolo.

La Iglesia de San Martiño de A Gudiña. La Iglesia de San Martiño de A Gudiña.

La Iglesia de San Martiño de A Gudiña. / Emilio J. de los Santos

Justo delante de la iglesia hay una estatua que México donó al municipio. Representa al beato Sebastián de Aparicio, misionero de finales del siglo XVII que promovió en esa zona de América el uso de carro con tiro animal y la construcción de carreteras. Es tal el cariño que tienen a este gudiñense en tierras mexicanas que lo consideran el patrón de los conductores.

La próxima etapa es una de las más bellas del Camino Sanabrés, con un recorrido que va en todo momento por encima de las colinas. Galicia nos recibe con un paisaje hermoso y muy solitario.

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