Sueños esféricos

Juan Antonio Solís

jasolis@diariodesevilla.es

Ensayo sobre la ceguera

El partido de serie B de Mestalla se digiere porque la salvación será barata como nunca

El Valencia-Sevilla del pasado sábado fue tan avinagrado para el aficionado medio como dulce le supo el punto al equipo nervionense. Fue como una película de serie B, de esas de bajo presupuesto. Un rosario de escenas que por momento parecían paródicas. El partido de Mestalla lo programan para las 16:15 y el siestómetro revienta.

Los sevillistas no remataron una sola vez entre los tres palos. Si en lugar de Mamardashvili defiende la portería valencianista la mascota de los anfitriones, que creo que es un murciélago, el resultado hubiera sido seguramente el mismo.

Pero esa cortedad ofensiva, esa dimisión del deber de buscar la portería de enfrente, conforme el partido se ha reducido a un rastro en la memoria de los sevillistas, rompió en pecado venial, incluso en simpática anécdota para recordar en la barra de un bar.

Cómo será el nivel general de la Liga que al Sevilla le ha bastado la fantástica irrupción de Isaac Romero en tres partidos y una resistencia espartana de Nyland y los tres centrales para dejar ya la zona de la quema a siete puntos.

A estas alturas de la pasada Liga, jornada 25ª, el Sevilla aún de Jorge Sampaoli derrotó 2-1 al Almería en el Ramón Sánchez-Pizjuán y con esa sufridísima victoria sumaba 28 puntos, 4 más de los que hoy custodia, una diferencia apreciable. Pero si en la Liga 2022-23 los sevillistas aún temblaban con sólo dos puntos sobre el decimoséptimo (el Getafe con 26), hoy en el cielo sevillista ya se abre algún tímido claro. Es un tuerto en ese Ensayo sobre la ceguera que es la Liga por abajo.

Las películas de bajo presupuesto también dejan dinero, a veces hasta más que las grandes producciones. Que se lo digan a la Hammer con aquellos filmes góticos con Christopher Lee o Vincent Price. Y lo mismo le pasa al Sevilla de Quique, que a veces rueda bodrios de Serie B como el de Mestalla y le salen rentables porque el público ha perdido el gusto y el paladar en esta Liga de rancho peleón.

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