The Donelles | crítica

¡Qué icónica noche la de aquel día!

  • The Donelles hicieron un recorrido por el swing, el rock and roll, el rhythm & blues, el soul de la Motown y el Philadelphia Sound, a través de una veintena de canciones que maravillaron a los espectadores que llenaron la sala de la terraza del Meliá Sevilla en la segunda de las Noches Icónicas del ciclo de 2023

The Donelles

The Donelles / Javier Alda

Anoche tuvo lugar la segunda cita de las Noches Icónicas en Meliá Sevilla, en la que pudimos disfrutar del agradable viaje a través de la música de los años 40 a los 70 -con alguna incursión en la década de los 80, incluso- que hicimos de la mano de The Donelles. Tuvimos calidad y diversión unidas, aunque esta hubiese sido todavía mayor si el concierto no hubiese tenido lugar en un espacio tan acotado y lleno de sillas y sillones, que impedían el bailoteo que muchas veces pedía a gritos la situación que las canciones creaban. Pero este es el espíritu que guía la celebración de estas Noches Icónicas y nada pudo empañar una clara noche de fiesta y luna como aquella que inspiró a Machado. Solo se desbordó el dique cuando al final del concierto nos arrolló el Tren del Amor y nadie pudo abstraerse del sentimiento de fiesta que traen las canciones más movidas del Sonido Philadelphia, que coronó una gran velada de swing, rock and roll, rhythm & blues y soul de la Motown.

Comenzaron las tres cantantes, Litta Wheel, Laura Jam y Alba Carrasco, su más reciente incorporación, a capela, con In the Mood, para que los músicos que las acompañaban, Santi Ruiz a unos teclados que lo llenan todo, además de Leo Aranda al bajo y Roque Torralva a la batería, que forman una sección rítmica que arropa de forma tan potente como sutil cualquier interpretación vocal que escolten, comenzasen después a desgranar los sonidos instrumentales que las acompañaron en un alegre Tico Tico. Cuando después entonaron Rum and Cocacola encadenada a Mr. Bassman quedó claro que el repertorio de esta noche iba a ser el del espectáculo de Música a través de la mujer que The Donelles montaron en mayo del 2019, pero adaptado a la naturaleza del show que se necesitaba esta noche. Parece una contradicción que comenzasen con esta canción de Glenn Miller y su orquesta de hombres cuando se trataba de contar la historia de la música a través de la mujer, pero es que en el escenario nos faltaba Theresa Benitez, la narradora, para explicarnos que el regreso de los hombres, vencedores en la guerra, había vuelto a relegar a la mujer a su sempiterno papel de ama de casa y reposo del guerrero, después de que la falta de ellos, ocupados en el frente, hubiese favorecido que las mujeres se introdujesen en el jazz y asomasen bandas de ellas como las Andrew Sisters, encarnadas aquí por las Donelles. Mr. Bassman la cantaba un hombre, Johnny Cymbal, pero no deja de ser esta canción una buena metáfora del estado de las cosas porque en ella el cantante nos está diciendo que no aguanta el tono agudo de las voces -como las femeninas- y es el grave, el bajo, el que le gusta y quiere aprender a mantenerlo.

Alba, Litta y Laura Alba, Litta y Laura

Alba, Litta y Laura / Javier Alda

Sway, la canción con la que siguieron, es la versión americana de aquella que lanzó al mundo la película mexicana Escuela de vagabundos, en la que Pedro Infante nos cantaba quién será la que me quiera a mí, quién será… por eso estuvo muy bien traído que lo que cantaron después fue Quieres hacerte el americano, que nos suena mejor a todos si lo decimos en napolitano, Tu vuò fà l'americano, tal como la concibió Renato Carosone para que en otra película, Capri, la cantasen juntos Sofía Loren y Clark Gable. Nos hicieron ver también cómo la historia nos ha hecho llegar de forma equívoca el Hound dog como una canción de Elvis, cuando su autora fue una mujer, Big Mama Thorton, negra, además, o el Please Mr. Postman como de los Beatles, cuando era una canción de las Marvelettes. En medio de la interpretación de estas intercalaron la que le endosó a Brenda Lee el apelativo de Ms. Dynamite.

Una vez que había quedado clara la crudeza de la industria musical con las mujeres, que no comenzaron hasta la primera mitad de los 70 a tocar instrumentos de forma generalizada y a ser consideradas seriamente como músicos verdaderos y ya dejaron de ser sólo intérpretes vocales para expresar sus sentimientos a través de la música con sinceridad y desechando las declaraciones tradicionales que los compositores ponían en boca de las cantantes femeninas con demasiada frecuencia, The Donelles abandonaron el papel reivindicativo para adentrarse en los caminos de la diversión y el jugueteo. Fue entonces cuando este salón anexo a la terraza del hotel se llenó del ambiente de una noche como la de aquel día cuando comenzó a sonar A hard day’s night, más melosa de como la hacían los Beatles. Unas suaves notas de teclado y un redoble de batería la encadenaron al Jimmy Mack de las Vandellas; el soul más selecto transmitido con energía a la audiencia que llenaba la sala, latiendo de un lado a otro para que el ambiente comenzase a hervir, hasta rebosar la olla al final. Para el Shop around de Smokey Robinson cambiaron el sexo del personaje que busca y compara, buscando algo mejor, siendo ellas las que no se iban a conformar uniéndose a cualquier tío. Las voces altas de las Donelles sonaron perfectas, tanto la solista de Laura como todas a la vez, capaces de mostrar ternura y potencia bruta, a veces al mismo tiempo. Una interpretación brillante. Laura, de todas formas, no pareció tener suerte con el maromo que encontró, porque finalmente este decidió casarse con otra y Litta y Alba la “consolaron” entre burlas y cariñitos en una graciosa interpretación del Foolish Little Girl de las Shirelles.

Alba, Santi y Litta Alba, Santi y Litta

Alba, Santi y Litta / Javier Alda

Año 1914, dos después de que se hundiera el Titanic, nos contaba Litta, las bandas de swing tocan una pieza instrumental, St. Louis Blues, a la que las Boswell Sisters primero y las Andrew Sisters después le ponen letra y la interpretan con la técnica de la armonía cerrada, que es la que utilizamos nosotras para las canciones de los 40. Aunque esta noche las Donelles prefirieron rescatarla en la forma en que lo hizo Brenda Lee -cantante de cabecera de estas chicas, por lo que se ve- en los años en que la década de los 50 se convertía en la de los 60. Con ellas este añejo blues cambió su atmósfera jazzy por otra más poppy, añadiéndole también alegres coritos de doo-whop a la voz solista de Litta. Un salto en el tiempo las llevó a la segunda mitad de los 80 cuando se convirtieron en las Bangles para cantar Walk Like an Egyptian con el gran apoyo vocal de la audiencia en los coros de ooooh whey oooooh. Los sonidos de violín que Santi sacó de sus teclados le dieron un contrapunto dulce a las cabalgadas vocales de las chicas en las canciones anteriores y un aire de desconsuelo al I’m sorry de las Sweet Inspirations, con Litta y Alba sonando perfectas en su lamento vocal. Y si en un recorrido musical como este echábamos de menos a Leiber y Stoller la Donelles lo arreglaron con la canción que estos escribieron inspirada en el Smokey Joe’s Café, suavizada y sacada de la oscuridad original con la que la cantaban Candy & The Kisses, otro trío femenino como las Donelles, para presentarla luminosa y llena de ritmo contagioso esta noche.

Tut tut tut tut, la canción de la francesa Gillian Hills a la que le dio una segunda vida la serie de Gambito de dama fue otra fuente de diversión, con la que dieron paso a la recta final del set recordando de nuevo a las Sweet Inspirations con la canción que llevaba el mismo nombre que ellas y luego Aquarius fue uno de los momentos álgidos, con los seis segundos más emocionantes que podemos escuchar en directo entre el redoble de cierre de esta canción y el inicio de Let the sunshine in, con estribillo generalizado dirigido por Litta, en el que tuve ocasión de desbarrar y desafinar a tope como suelo hacer cada vez que las escucho cantar este legendario tema de la ópera Hair, que popularizaron The 5th Dimension.

Las Donelles y Leo Aranda Las Donelles y Leo Aranda

Las Donelles y Leo Aranda / Javier Alda

Los bises se iniciaron con la fuerza mágica que surge cuando se activa el interruptor de los Beatles. Ahora fue con Help, suave al principio con el teclado de Santi y la voz de Litta. El primero siguió emulando a Bach mientras las voces de Alba y Laura subían desde la nada para unirse a la de Litta en una estructura armónica perfecta para la melodía del órgano, el verso y el estribillo. Esta versión tenía poco que ver con la forma en la que la concibieron los cuatro de Liverpool y sí muchos puntos en común con la dulzura con la que la reinterpretaron los Carpenters. Y después todo el mundo a bailar con Love train, con el que aceleraron a los O’Jays y se fueron dejándonos con ganas de mucho más.

Las Donelles se mostraron en las voces tan portentosas como siempre que las he visto, convirtiendo las canciones más enérgicas en algo arrollador, impetuoso como el tren de la última pieza y dándole a las más serenas una dulzura que nunca fue empalagosa. Tienen unas tesituras vocales increíbles y las recreaciones de todas las canciones tuvieron siempre una capacidad maravillosa para retrotraernos a una época y a un ambiente que echamos de menos de vez en cuando, porque siempre hay sitio para los clásicos que fueron la banda sonora de nuestros primeros pasos por la música y a mí me fastidió especialmente que no incluyesen su maravillosa versión del Heatwave de las Vandellas. Espectaculares, de todas formas, en su manera de cantar, fueron capaces de llegar de una forma increíble a cualquier nota que se proponían, por muy alta que esta fuese, y mantuvieron constantemente un control total sobre la interpretación, ya fuese transfiguradas en cualquiera de los grupos vocales que he nombrado en este texto o, cuando alguna de ellas, cualquiera que fuese de las tres, tomaba la voz solista para recrear la forma en la que, pongamos por caso, Karen Carpenter cantaba el Help beatleliano. Deslumbrantes.

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