Hace unos días este periódico se hizo eco del Informe GEM (Global Entrepreneurship Monitor) de la provincia de Sevilla. Un documento que ofrecía datos esclarecedores –y sorprendentes– sobre el emprendimiento en clave femenina dentro de la capital hispalense y sus municipios. El primer estudio que se realizó en 2018 –ha llovido una pandemia y mucho empoderamiento desde entonces– indicó que el porcentaje de hombres que creaba una compañía era superior al de mujeres. Un dato al que ellas han dado la vuelta y, de hecho, parece que es una tendencia que se mantendrá: un 11,9% de mujeres frente al 10,7% de hombres son emprendedoras potenciales. Parte de la culpa –más allá del arrojo de las propias empresarias– la tienen esos programas que potencian las habilidades de los participantes para dar alas a una idea y convertirla en negocio. Es el caso de la Universidad de Sevilla con su Programa Áurea, que el próximo 1 de febrero arranca su cuarta edición. Todavía –y hasta el jueves 25 de enero a las 15:00 horas– está abierto el plazo de inscripción para participar.

Esta iniciativa está dirigida a universitarias –ya sean de carrera, máster o doctorado– de la Hispalense. Al principio del programa los organizadores expondrán un Reto que las participantes tendrán que resolver por equipos en clave empresarial. Las seis soluciones ganadoras serán becadas para asistir durante el verano a la European Innovation Academy en Oporto. Pero lo interesante del programa no es sólo el trofeo, también interpretan un rol importante los talleres formativos –dirigidos por profesionales– que ayudarán a las aspirantes a resolver el desafío. Comunicación, marketing o desarrollo de negocio son algunas de las temáticas que se abordan a lo largo de los tres meses que dura este programa.

Ladrillos hechos con algas

"Te ofrecen las bases para creer en tus sueños. Yo tenía 46 años cuando participé y entrar en el mercado laboral a cierta edad es difícil, pero te dan las nociones principales para empezar a crecer, además de acompañamiento cuando acaba", quién dice estas palabras es Sandra Mogollón, doctoranda en Ciencias Económicas que apenas un mes antes de comenzar la pandemia decidió lanzarse a una de las aventuras de su vida.

El Reto de la edición Áurea a la que se presentó era dar una solución a la rugulopteryx okamurae. Por este nombre seguro que no la conoce nadie, pero es la alga asiática que más afecta a las costas de Málaga y Cádiz. Una especie invasora en toda regla y un quebradero de cabeza para todas esas personas cuyas vidas dependen del mar. Mogollón usó su ingenio para transformar estos organismos en materiales de construcción: ladrillos, revestimientos ornamentales o placas.

Una solución que quedó finalista y sirvió para abrir infinidad de puertas. La primera, crear su propia empresa que lleva el nombre Bombus. Un homenaje al abejorro y a ese mito para la ciencia que dice que técnicamente la especie no puede volar por su peso, forma y tamaño de sus alas, pero "sigue volando porque no sabe que es imposible para él", indica la fundadora. La compañía –que ahora se encuentra en la incubadora Incubazul en Cádiz– está inmersa en la construcción de bloques aligerados para aislamiento térmico y encerramiento con esta alga invasora. "Está dando excelentes resultados y su viabilidad es muy amplia. Además, la Unión Europea potencia la ecovivienda y las soluciones sostenibles", señala Mogollón y hace especial hincapié en que el nivel de contaminación para fabricar esta materia prima es muy bajo.

Una solución que "gracias a Áurea he podido presentar a varios proyectos. Este programa ha sido muy importante para mí, porque me han dado los cimientos, la idea, la esperanza y el acompañamiento posterior", recalca la empresaria.

Medir la huella de carbono

Esta reflexión la comparte con Mar Domínguez Agudo, cofundadora de la compañía Respira junto con su compañera Marta Jiménez. Desde marzo de 2023 la startup ha trasladado su domicilio de Sevilla a Valencia, puesto que forman parte del listado –casi infinito– de compañías residentes en Lanzadera, la incubadora Mercadona. La idea con la que ganaron el Programa Áurea está basada en calcular la huella de carbono de otras empresas o eventos para crear planes de sostenibildad a medida y automáticos sin necesidad de conocimientos técnicos y con unos pocos documentos como facturas o datos de consumo. "Es un producto que está muy consolidado y en verano abriremos una ronda de financiación para introducir inteligencia artificial", señala Domínguez y hace especial hincapié en que ya cuentan con un algoritmo "pero lo tenemos que seguir revisando y la inteligencia artificial nos permitirá automatizar el proceso y escalar muy rápido".

No duda en indicar que han llegado a esta meta –y las que quedan por alcanzar– gracias a participar en este tipo de programas: "También hemos formado parte del evento Startup Weekend, por ejemplo, y nos ha servido para entrar en el ecosistema del emprendimiento. Nos esforzamos muchísimo para formarnos y también para crear contactos". La cofundadora de Respira no duda en afirmar que en el Programa Áurea le gustó muchísimo "ver a otras mujeres contando sus experiencias". Toda una fuente de inspiración para que las futuras generaciones sigan un camino en el que ya están pisando fuerte.