VIII edición

Semana de la Moda sevillana

Modelo pasando con la colección de la diseñadora Claudina Mata.

Modelo pasando con la colección de la diseñadora Claudina Mata.

¿Han escuchado alguna vez aquello de que "parece lo mismo, pero no es igual"? Pues eso mismo sucedió en la inauguración de Moda de Sevilla que, en el fondo, continúa siendo ese evento durante el que los profesionales del sector de nuestra ciudad presentan sus propuestas pero que, en la forma, ha cambiado... y bastante.

Para empezar, la presentación ya no es la de antes y, en lugar de una pasarela sobre una tarima, los espectadores vieron el Casino de la Exposición transformado en un espacio semicircular-enmarcado por gradas y sillas- donde a pie de suelo -de mármol, todo sea dicho-, desfilaban las y los modelos.

Además, la media de edad del público congregado es, en general, menor que en ediciones anteriores y, sobre todo, se nota que se trata de asistentes que, más que mirar lo que lleva el de al lado, miran lo que se lleva. Y por último, entre los profesionales que participaban se notaba una renovación, bien en nombres, bien en las características de las colecciones de los más veteranos.

Y así, tras el derroche de imaginación que fue, por la mañana, el homenaje que se le hizo al tocado en "Por montera", el pase compartido donde se dieron cita las firmas Cherubina, Pilar de la Rosa, Fernández&Roche y Patricia Buffuna, llegó el turno, a primera hora de la tarde, del Espacio Emprendedores.

Dentro de él merecen especial mención las prendas de Alejandro Berro (sobriedad en blanco y negro para una mujer con alma gótica), Claudina Mata (contrastando con el blanco al anterior compañero a través de un conjunto dentro del que se jugó con las curvas femeninas y con elementos dorados nacidos en el taller de orfebrería de Juan Lozano), e Inma Linares (revisión de la década de los cincuenta con una interpretación minimalista de la época a través de líneas depuradas y rectas, pañuelos sobre la cabeza y gafas de sol que recordaban a la dolce vita).

Hélène Misir regresó al negro con unos looks dentro de los que destacaron sus grandes hombreras, las blusas transparentes y, como detalle, los guantes a la muñeca. Por su parte, Inés de Tovar abrió una caja de Pandora repleta de encajes y flecos, lentejuelas y cadenas que dio paso, en el cierre de este colectivo, a Oliver Valderas el cual superpuso elementos al tiempo que defendió la desnudez del cuerpo de sus desfilantes.

A las seis llegó el turno de Pablo Lanzarote quien hizo oscilar sus piezas entre lo bohemio -concepto dentro del que apostó por la comodidad para un hombre en tonos flúor y tejidos estampados- y la lujuria -terreno en el que apareció una fémina para la que se idearon minivestidos confeccionados en liso o con estampados chinescos junto a ceñidos trajes de noche o fantasías en bronce y nude salpicadas de pedrería pensadas para las más atrevidas- cosechando cariñosos aplausos de un público emocionado por este gaditano afincado en Sevilla.

Por último, un clásico como Daniel Carrasco dio una lección de modernidad a través de una puesta en escena con elegantes galgos y con unos tejidos tecnológicos que tampoco olvidaron al colectivo masculino rindiendo un particular homenaje al universo de lo militar con complementos de Chititta en una línea que cobró vida en torno al malva (y variantes de su gama).

Una velada que contó con los estilismos de Paco Cerrato y su equipo, los cuales, para esta ocasión, recogieron el cabello en coletas lisas craneales dentro de unos rostros limpios, con maquillajes sencillos y sin ningún tipo de exceso. En definitiva, aires renovados que marcan una nueva etapa de este certamen.

Pincha la imagen para ver la galería de los desfiles

Ricardo Castillejo

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios