Formas diferentes de llevar el mantoncillo de flamenca

10 formas de llevar el mantoncillo de flamenca

Uno de los diseños de SIMOF 2017

Uno de los diseños de SIMOF 2017

Es cierto que en el traje regional cada vez se está innovando más, pero no deja de serlo tampoco que lo clásico sobrevive temporada a temporada dejando ver que la convivencia entre ambas visiones no sólo es buena, sino también, necesaria. El mantoncillo y los complementos en general son una de las cosas en las que las licencias se amplían y se les ha permitido llevarlo de diferentes formas según la época y la tendencia. En Wappíssima hemos querido hacer un repaso sobre las formas en las que un traje de flamenca puede cambiar de aires jugando con la posición de los flecos.

1. El clásico. Aquí nadie puede tener dudas. Sobre los hombros lo más estirado posible hacia delante y con el alfiler a la altura del ombligo (dependiendo de la largura del mismo). Es la forma tradicional, la colocación por excelencia y por eso, como todo clásico nunca muere.

2. Un poco más holgado por la espalda. Es una forma de llevar el anterior. En vez de ir completamente estirado, se juega con la largura del mantoncillo y se deja más suelto por la parte de la espalda. Es la forma más moderna del “clasicismo” y también la más habitual de los últimos años. La conjunción de dos alfileres hace el resto, uno en la parte delantera y otro en el escote de la espalda para evitar que éste se mueva y cambie la caída a lo largo de la jornada de feria.

3. Cruzado. Es cierto que no todos los vestidos lo toleran, pero es una forma muy original de lucir el traje de flamenca. El manoncillo hace una cruz sobre el escote delantero y se prende en la parte de atrás. Es muy recomendable para trajes canasteros o de aires rocieros.

4. Al cuello. Es verdad que esta forma ha caído en desuso, pero hace unos años era una de las que más se veían en el real. A modo de foulard el mantoncillo se enredaba en el cuello de la flamenca y creaba un juego que hasta ese momento no se había visto.

5. Flecos incorporados. Muchos vestidos de flamenca, no obstante, incorporan los flecos en el propio vestido. Eso conlleva que no renuncies al movimiento que generan los flecos en el traje regional y a la misma vez no tengas que preocuparte por buscar un complemento externo al traje.

6. Sobre los hombros. Con el broche a la altura del pecho y caído por los hombros, muy habitual en mantoncillos de enrejado que suelen ser menos anchos de lo habitual y con los que al ser calados se ven las mangas con facilidad.

7. Sin mantón. Hay trajes que por patronaje o por telas no admiten mantoncillos. Es el caso de algunos escotes como el escotado a la espalda, el cuello a la caja, la incorporación de volantes o el uso algunas telas como los encajes donde, en ocasiones, incorporar un mantón, resultaría demasiado cargante. Es una opción igual de válida, porque no olvidemos que el mantoncillo no deja de ser un complemento, especial, pero complemento. Esto significa que se puede prescindir de él si el modelo así lo pide.

8. En hombreras. No es exclusivamente un mantón, pero sí crea el efecto deseado. Los flecos se incorporan en determinados elementos como en hombreas superpuestas en las mangas.

9. A la cintura. Se ha visto otros años aunque la moda pasó de largo pronto.

10. De lado o jugando con el escote. Es una de las innovaciones recientes. En vez de juntar las puntas en el centro, éstas lo hacen en uno de los lados y el resto de la tela del mantoncillo se va acoplando al diseño. En el caso del juego con el escote, el efecto se conseguiría con el uso de alfileres. De tal forma que si el escote es de corazón se amoldaría el mantoncillo a él.

Sea como sea el vestir de flamenca es uno de los rituales más especiales en el que las mujeres se deben sentir cómodas con aquello que lleven puesto, por eso, como en todo, la flamenca debe actuar conforme a sus gustos y preferencias al margen de lo que impongan las tendencias, sintiéndose bien y favorecida con aquello que elija.

Setefilla R. Madrigal

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